Ir a un infocentro a clases de informática, puede ser mucho más que una experiencia de aprendizaje formal. En un mismo curso, se juntan en el Espacio de Inclusión Digital del Centro Nacional de Servicios Integrales (CENASI) de la Red Especial Uruguaya (Redesuy) personas muy diferentes entre sí.

Emilio Salgado tiene 36 años. Nunca escuchó. Es sordo de nacimiento. Vive con toda su familia en el barrio de Nuevo París, en Montevideo, ciudad que lo vio crecer. No para de sonreír mientras nos cuenta que en un día común, se levanta, va al infocentro, luego a la escuela de señas para sordos y más tarde, si el tiempo acompaña, sale a pasear. Por las noches disfruta de mirar películas en su hogar.

¿Qué lo llevó a acercarse al infocentro? A Emilio no le cuesta mucho hacerse amigos, se nota rápidamente y de hecho, tiene muchísimos entre la comunidad de personas sordas. Sin embargo, sintió que le faltaban espacios de interacción con personas que no son sordas.

Así llegó hace un año atrás al Espacio de Inclusión Digital del CENASI, un infocentro especialmente orientado a la inclusión de personas con distintas capacidades. En el curso de informática aprendió diferentes cosas: sabe enviar y recibir mails, hacer y trabajar con fotografías, utilizar Skype para contactarse con otras personas sordas y sobre todo, avanza en el trabajo de imágenes con programas de edición como el Movie Maker. Para él, la imagen es muy importante. También lo es el relacionamiento con sus compañeros y sobre todo la aprensión de nuevos saberes que lo puedan acercar a su principal meta: conseguir un buen trabajo, tal vez en una oficina, o en el Estado.

A las clases de informática se sumó también una vez por semana el taller de artes Frida Kahlo en el que interactúa con personas de diversas edades y procedencias y se divierte expresándose a través de técnicas artísticas con las que hasta el momento no había entrado en contacto.

En las clases de informática, en el Espacio de Inclusión Digital, Emilio encontró compañeros con los que aprender, un amigo en el profesor Julio Manuel Pereyra (que maneja el lenguaje de señas y sirvió como intérprete en nuestra conversación con Emilio) y un montón de conocimientos que lo acercan más a la meta de poder insertarse en el mercado laboral.

 Emilio es inquieto y parece lleno de energía. Además de las clases en el Cenasi, aprende y enseña leguajes de señas de sordos y participa como voluntario en el Proyecto Flor de Ceibo de la Universidad de la República. Nos hace sentir que las mayores barreras están en nuestras mentes.

Inclusión social a través de la inclusión digital. Acercar a un hombre sordo al mundo de la informática es mucho más que integrarlo a la sociedad del conocimiento, es darle más oportunidades para mejorar su calidad de vida, es ser inclusivos, es ser más y mejor Red USI.

Autor/Fuente: Red USI