Toda su vida la vivió en Durazno. Antes, cuando era más joven, vivía en el interior del departamento, luego, se mudó a la capital y desde entonces allí siempre ha vivido. A sus 72 años, Margot Álvarez conoce todos los secretos de la ciudad de Durazno. En el 2012, apenas unos meses después de su apertura, conoció el Espacio de Inclusión Digital de la ciudad, que abrió sus puertas justo frente a la plaza principal de la ciudad, en el mismo edificio dónde funciona una biblioteca municipal.

Fue una vecina la que le avisó. En el barrio todos la conocen bien y saben que Margot siempre está dispuesta a realizar nuevos cursos y actividades, porque como ella misma dice “no hay edad para aprender”. Así fue como Margot se anotó en el primer curso de alfabetización digital dictado por el Espacio de Inclusión Digital de Durazno.

¿Por qué aprender a usar una computadora a esta altura de la vida? Muchos dicen que no hay mayor motivación para emprender nuevas aventuras que el amor por los afectos. La nieta de Margot, de 27 años, se enamoró y eso la llevó a lanzarse a la aventura de cruzar los Andes e instalarse en Chile. El amor por su nieta, y la necesidad de mantener un fuerte contacto, llevó a Margot a lanzarse a la aventura de aprender a usar una computadora.

Siempre sonriendo, Margot nos contó que antes de llegar al Espacio de Inclusión Digital “no tenía absolutamente ningún conocimiento sobre computación, y mucho menos sobre Internet”. Antes de comenzar el curso, su mayor temor era no poder retener todos los conocimientos que se le brindarían, pero una vez que comenzó, se dio cuenta que su mayor desafío sería aprender a controlar el ratón (o mouse) de la computadora.

Las semanas fueron pasando y Margot, “con la ayuda, y sobre todo la paciencia infinita de la profesora”, Daniela Peñaloza, se fue apropiando de una herramienta que le permitía acercarse a su nieta mucho más de lo que nunca antes hubiera imaginado. Mails, chats y videollamadas mediante, Margot se entera de primera mano de las aventuras que corre su nieta del otro lado de los Andes.

Pero su aventura no termina aquí. Margot ya se inscribió en un nuevo curso del Espacio de Inclusión Digital para profundizar sus conocimientos. “El objetivo es seguir aprendiendo y poder sacar más provecho a la computadora que me regalaron otras nietas” dice Margot redoblando la apuesta.

Inclusión digital para la inclusión social. Conectar a una abuela con una computadora, apoyarla para entrar al mundo de Internet, es algo mucho más grande que integrarla a la sociedad del conocimiento, es, nada más y nada menos, acercarla a su nieta.

Autor/Fuente: Red USI