ACOMPAÑAMIENTO EN DUELO

21/04/20

 Actualmente estamos atravesando una situación de duelo colectivo, y a la vez individual, con lo que a cada uno le activa esta situación. Pudiendo reactivar duelos pasados o actuales y el duelo por lo que esta etapa nos esté “haciendo perder”, lo cual puede implicar la muerte de una parte nuestra y el renacimiento de otra.
El duelo es una situación natural, vital, por la cual todos antes o después nos toca transitar. Hay pérdidas que son inevitables y es fundamental como las enfrentamos y elaboramos, para poder seguir con nuestra vida y nuestro proyecto vital.

Algunas ausencias o pérdidas, aparecen de forma repentina y brusca, otras nos dan la oportunidad de ir procesando y realizando un duelo anticipatorio. Se da una pérdida gradual que nos va preparando para un desenlace final.
En el duelo, el dolor producido, es un dolor físico. Se siente en el cuerpo muchas veces malestar, astenia y dolor emocional. También en ocasiones el duelo es familiar o social, según la persona que se ausente.
Es un proceso de reconstrucción y de sanación, que puede movilizarnos profundamente, generando cambios importantes en nuestra forma de ver la vida.
Cada uno tiene una creencia o un concepto acerca de la muerte y esto va a incidir en el significado que le asignemos.
Por todo esto es importante que haya una psicoeducación del duelo.
Es sabido que en este proceso se atraviesa por distintas etapas, que, si bien generalmente son comunes en casi todos los casos, cada persona va a tener sus particularidades según sus circunstancias y momento vital.

Vivimos en una cultura donde se incentiva la rapidez, el éxito, el superar las situaciones y lo instantáneo.
Muchas veces estas experiencias dolorosas nos hacen frenar, pausar en un mundo y una sociedad que nos acelera y nos empuja, lo cual no va con las características de cuando uno vive la muerte de un ser querido.
En estos momentos de duelo, de pérdida, necesitamos tranquilidad, enlentecer y conectar con lo que nos está pasando.
Conectar con nosotros mismos y desconectar muchas veces con el mundo exterior de a ratos, para conectar con nuestro ser más profundo.
A veces esto es algo que evitamos por miedo a mirar ese dolor que está dentro nuestro.
Implica el darnos el permiso de parar.
En este caso muchos se quejan de que el entorno les exige más de lo que pueden o no logran acompañar y sostener durante todo el proceso, que esto conlleva, por ejemplo, un tratamiento o una recuperación, no solo desde lo físico sino también desde lo anímico.

Los propios tratamientos implican a veces micro duelos en sí mismos. Pueden generar, entre otros: pérdida de la energía vital que teníamos, pérdida de cabello, de fuerza muscular, de habilidades motoras a veces, de habilidades cognitivas, alejamiento de la actividad laboral y otras actividades que realizábamos.
Cuesta entender que cada persona tiene sus tiempos y que no “se tiene que distraer” para no sentir la tristeza, el enojo o la emoción que sienta.
Hay que permitirle sentir eso que está sintiendo, sumergirse en esa sensación, para después poder salir de ella y conectar nuevamente con la vida, de forma auténtica.
Lo mejor que podemos hacer en esta etapa es acompañar y sostener a esa persona en este proceso, sin forzar, respetando sus emociones y su ritmo, a veces desde la presencia silenciosa. El silencio muchas veces es reparador y sanador.

Es sabido que las primeras semanas cuesta manejar el monto de dolor y de angustia, a veces la emoción se vuelve abrumadora.
El duelo y el amor van de la mano. Un médico colombiano, Jorge Gómez, que trabaja en duelo relata que el “duelo es el amor cicatrizado”, como toda herida tiene que sanar, y sanar implica un proceso. Atravesamos distintos duelos, muertes, separaciones, pérdidas de capacidades, tanto las que nos pasan a nosotros mismos como las que tenemos de nuestros seres queridos.
Es fundamental en estas etapas intensas, poder conectar con estados de serenidad, estabilizar a la persona, antes de abrir la “caja del dolor”.
Por eso mismo es esencial tener recursos de afrontamiento del dolor, de estabilización y de enraizamiento.
Herramientas prácticas para sobrellevar esta etapa y hacer más tolerante las emociones a las que se enfrentan. Ejercicios que puedan experimentar y los ayude a lidiar con las emociones intensas, cuando estas se presentan, dándoles la confianza de que pueden entrar y salir de ese torbellino.
Sabiendo que podemos transitar el duelo y salir de él fortalecidos, pero que tenemos que estar dispuestos a transitarlo.
Reivindico por esto mismo, la importancia de permitirse vivir el duelo, sentir la tristeza y generar recursos para tolerar las emociones que conllevan. Para que de este modo podamos experimentar esta etapa, de forma natural sin generar duelos patológicos, que justamente se dan cuando no nos permitimos respetar nuestros tiempos y procesos.


Psic. Carolina Rodríguez, especializada en oncología y cuidados paliativos. Formación en Experiencia somática, técnicas de procesamiento del trauma EMDR, brainspotting, Mindfulness.

Ph.: adriboschmagazine.wordpress.com (Pinterest)

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Autor/Fuente: Psic. Carolina Rodríguez

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