Bienvenidos al Espacio del Adulto Mayor

12/11/15

Se abre un nuevo espacio de comunicación en la Red USI de ARC-ANTEL

Bases conceptuales para su discusión y difusión.

Las menores tasas de fecundidad y las vidas más prolongadas generan un nuevo desafío en todo el mundo: el envejecimiento de la sociedad. La población mundial alcanzó los 7 mil millones de personas y el envejecimiento es uno de los siete ejes demográficos establecidos como prioritarios por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). La cantidad de personas de 65 años y más casi se ha multiplicado por 5 (de 130 a 630 millones) y han pasado a representar de un 5% a un 10% de la población del planeta a partir de 1950. Para el año 2050, se espera que los Adultos Mayores sean 1.900 millones, un 20% de la población mundial.

Por primera vez en la historia, la mayoría de las personas puede aspirar a vivir más allá de los 60 años. En los países de ingresos bajos y medianos, esto se debe en gran parte a la notable reducción de la mortalidad infantil (desde el nacimiento hasta el primer año de vida), y de la mortalidad por enfermedades infecto-contagiosas. En los países de ingresos altos, el aumento sostenido de la esperanza de vida actualmente se debe sobre todo al descenso de la mortalidad entre las Personas Mayores.

Estas tendencias, combinadas con las caídas importantes en la fertilidad, repercuten en la estructura etaria de las poblaciones.

Los años de vida adicionales y los cambios demográficos que producen, tienen profundas repercusiones para cada uno de nosotros y para las sociedades en que vivimos. Otorgan oportunidades sin precedentes, y es probable que tengan efectos fundamentales en la forma en que vivimos nuestras vidas, las cosas a que las aspiramos y las maneras en que nos relacionamos con los demás. Las personas mayores hacen aportes a la sociedad de muchas maneras, ya sea en el seno de sus familias, en la comunidad local o en la sociedad en general. Sin embargo, el alcance de esos recursos humanos y sociales y las oportunidades que tendremos al envejecer dependerán en gran medida de algo fundamental: nuestra salud. Si las personas viven esos años adicionales de vida en buen estado de salud, su capacidad para hacer lo que valoran y desean será casi ilimitada.

Pero si esos años adicionales se caracterizan por la disminución de la capacidad física y mental, las consecuencias para las personas mayores y para la sociedad serán mucho más negativas.

En el Uruguay aproximadamente el 14% de la población total son personas mayores de 64 años y el 19% (640.000 personas) tienen 60 o más años. La población de 65 o más años de edad crece a una tasa cuatro veces superior a la del resto de la población. Asimismo debe señalarse que se acrecentarán algunas características socio-demográficas como por ejemplo: el predominio de Mujeres en su gran mayoría viudas y el aumento de los Adultos Mayores en hogares unipersonales. El crecimiento más dinámico de la población de edades más avanzadas (80 años y más) y la mayor sobrevivencia de la población femenina se traducirá en casi una duplicación de la población de 80 años y más, de la cual el 65% serán Mujeres.

Nuestro país se caracteriza por ser uno de los más envejecidos de América Latina y presenta, según datos de CEPAL, un alto índice de envejecimiento y una tasa global de fecundidad muy baja, lo cual lo ubica en una etapa de transición demográfica de envejecimiento avanzado (Berriel, Pérez, Rodríguez. 2011). Nuestra realidad demográfica no sólo implica una baja tasa de natalidad, sino también una baja tasa de mortalidad. Las personas cada vez viven más años, con una esperanza de vida al nacer de 72 años para los hombres y 79 para las mujeres, y hay una menor renovación de la población (Paredes, Ciarniello, Brunet. 2010).

Los aspectos mencionados - baja natalidad, baja mortalidad y alta de la esperanza de vida-, han llevado a cristalizar una de las características demográficas actuales de nuestro país, el sobreenvejecimiento de la población. Este se entiende como el aumento de la proporción de personas mayores de 85 y más años sobre la proporción de personas mayores de 65 años.

El cambio en la estructura por edades de la población se ha visto acompañado de una estructura diferencial de acuerdo a sexos. La proporción de mujeres es superior a la de los hombres entre la población de 60 y más años y las diferencias se acentúan a medida que se consideran los grupos de edades más avanzados. Este fenómeno se conoce como feminización del envejecimiento, donde los hombres pasan del entorno del 45% entre los 60 y 64 años a casi un cuarto en el grupo de 90 y más años. (Paredes, Ciarniello, Brunet. 2010).

Las proyecciones de población para nuestro país, así como para el resto de América Latina, indican que el envejecimiento de la población se continuará acentuando. CEPAL estima que para el 2030 la proporción de personas mayores de 60 años ascenderá al 22,3% del total de la población, mientras que para 2050 dicha proporción podría alcanzar el 27,8%.7

Como se ha señalado, se ha completado en nuestro país la denominada transición demográfica y también la transición epidemiológica. Por tanto predominan las enfermedades crónicas, no trasmisibles de la edad adulta como son: enfermedades cardio-vasculares, enfermedades cancerosas (tumores), enfermedades reumáticas, trastornos de la salud mental (depresión y deterioro cognitivo), etc., los principales aspectos relacionados con la salud y la calidad de vida dependerán, en el futuro, en gran medida, de las condiciones actuales de las generaciones que pasarán a integrar en los próximos años ese grupo etario.

El tratamiento de estas patologías es sumamente costoso y los índices de curación y supervivencia son inciertos. Adicionalmente a esta problemática compleja de por sí, los servicios de Atención de la Salud del Uruguay no se han desarrollado al ritmo de estos cambios epidemiológicos.

Las únicas medidas efectivas para lograr un envejecimiento saludable son las preventivas, mucho puede prevenirse promocionando el autocuidado, la atención informal y fundamentalmente la utilización del tiempo libre de los Adultos Mayores mediante trabajos grupales.

Las redes y mecanismos psicosociales construidos a lo largo de la vida juegan un importante papel en el logro de un envejecimiento saludable. En concreto se ha demostrado el efecto beneficioso de: a) la integración en actividades de la comunidad donde se vive, b) la disponibilidad de un confidente, c) las relaciones familiares; y d) la continuidad del papel de miembro activo de la vida familiar y de las amistades.

Estudios sobre la influencia de las relaciones sociales en la salud, proponen un modelo en el que las redes sociales de un individuo actúan por medio de mecanismos psicosociales (entre los que se incluyen el apoyo social y la vinculación social) sobre unas vías comunes, fisiológicas (eje hipotálamo-hipofisario, reactividad cardiovascular, sistema inmune, etc.), psicológicas (sentimiento de bienestar, autoestima, capacidad de adaptación, etc.) o comportamentales (hábitos de vida saludables o nocivos), que son las que acaban produciendo los efectos sobre la salud.

A nivel individual, las personas con estilos de vida sanos e integración social tienen mayor esperanza de vida y menor incidencia de discapacidad. Abstenerse del tabaco, hacer un uso moderado de las bebidas alcohólicas, hacer ejercicio físico, tener buenos hábitos de sueño, mantener un peso corporal adecuado aparecen constantemente asociados a una larga vida sin discapacidad (Vita, 1998). Una vida social activa, con una buena red familiar y social, con actividad en la comunidad protege de la mortalidad y predice el mantenimiento de la capacidad funcional y la función cognitiva.

Así también integrar redes sociales teniendo como herramientas de inclusión a las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación disminuye la aparición de la enfermedad y discapacidad y fomenta un envejecimiento activo y participativo.

En este sentido el Programa USI ha logrado incluir un conjunto importante de Adultos Mayores en una Red dinámica que se extiende por todo el territorio nacional a partir de un amplio conjunto de infocentros comunitarios, operados por contrapartes públicas o privadas, que proveen servicios públicos de uso de equipos informáticos, de acceso a Internet, de capacitación en informática, y otros servicios digitales, en condiciones accesibles para la población objetivo.

Habiendo logrado entonces el desarrollo de esta Red corresponde ahora dotarla de aquellos espacios dirigidos especialmente al colectivo de Adultos Mayores con la finalidad de mejorar su Calidad de Vida y su Salud, procurando informar, intercambiar, educar en Salud (Promoción, Prevención, Autocuidado, etc.) y actuar como desencadenante de conductas de apoyo dirigidas a ese y otros colectivos sociales. Así se fomenta la inclusión social y se reproduce un Proyecto de Vida Activo, Participativo y que motive a las personas mayores a ser dueñas de su futuro.

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Autor/Fuente: Dr. Guillermo Manito

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